Delving into the Advent Season we find ourselves thinking about the four fruits of the Holy Spirit, as we began with Hope, then continue to move onto Peace, JOY, and Love. Hope and Peace are the cornerstone of the Christian life with all four gifts our foundation. The Advent Wreath really is a great instrument of contemplation, the circle of the wreath reminds us of the pilgrim journey we've undertaken, and that the path of that journey must be illuminated at all times, as we light the candles of the wreath, and become open to the ways God will lead us, if we only stop to pause and listen to Him.

We must put on the proper attire of Hope, Peace, Joy, and Love for these are elements of holy attire and the attributes of Christ Himself. The Fruits of the Spirit are an important part of the Advent journey, because they help us focus, and strive to obtain and understand the depths of our relationship with God. We are called to spiritual maturity and if acknowledged properly, the penitential seasons of faith, like Advent offer to us a great opportunity to reset our spiritual time clock and grow in prayer, knowledge, and wisdom of our faith.

It is by becoming spiritually mature, we avoid the behaviors of the Pharisees, we choose to love and do not judge, we don't commiserate with others, but bring light to their darkness, we build bridges not walls, and our mouths declare that which is holy. We are kind and merciful like our Heavenly Father. Ultimately, we embrace this holy season by our actions, and by striving for holiness. These aspects of faith into practice move us toward repentance which is key in allowing God to form us as He may. Hope gives us the gift of our faith in knowing that redemption is real, and we are all worthy of it.

Our hope comes from the greatest act of love in Christ crucified, in knowing He who came as a baby would grow in us as well. The Fruit of the Spirit of PEACE brings us to the deepest sense of completion knowing that when we are in the will of the Father we remain in His peace even when there is struggle because we are given strength. The more rooted we are in being like Christ the more profound we are in our acts of kindness and charity which are marks of our identity in Christ. Let us spread the JOY of Advent by focusing more on what we do and not what we say, because actions really do speak louder than words. May you come to know more profoundly the Fruit of the Holy Spirit in peace!

Advent Blessings,

Fr. Michael

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Esperanza y Paz

Al adentrarnos en el Adviento, reflexionamos sobre los cuatro frutos del Espíritu Santo. Comenzamos con la Esperanza y luego pasamos a la Paz, la ALEGRÍA y el Amor. La Esperanza y la Paz son la piedra angular de la vida cristiana, y los cuatro dones son nuestro fundamento. La Corona de Adviento es un gran instrumento de contemplación. Su círculo nos recuerda el peregrinar que hemos emprendido, y que el camino debe estar iluminado en todo momento al encender las velas de la corona y abrirnos a los caminos por los que Dios nos guiará, si tan solo nos detenemos a escucharlo.

Debemos vestirnos con la Esperanza, la Paz, la Alegría y el Amor, ya que estos son elementos de la vestimenta santa y atributos de Cristo mismo. Los Frutos del Espíritu son una parte importante del Adviento, porque nos ayudan a enfocarnos y a esforzarnos por comprender la profundidad de nuestra relación con Dios. Estamos llamados a la madurez espiritual y, si se reconocen adecuadamente, los tiempos penitenciales de fe, como el Adviento, nos ofrecen una gran oportunidad para reiniciar nuestro reloj espiritual y crecer en la oración, el conocimiento y la sabiduría de nuestra fe.

Al madurar espiritualmente, evitamos las conductas de los fariseos, elegimos amar y no juzgar, no nos compadecemos de los demás, sino que llevamos luz a su oscuridad, construimos puentes en lugar de muros, y nuestras bocas declaran lo que es santo. Somos bondadosos y misericordiosos como nuestro Padre Celestial. En última instancia, abrazamos este tiempo santo con nuestras acciones y al esforzarnos por la santidad. Estos aspectos de la fe en la práctica nos mueven hacia el arrepentimiento, que es clave para permitir que Dios nos forme como Él quiera. La esperanza nos da el don de nuestra fe al saber que la redención es real y que todos somos dignos de ella.

Nuestra esperanza proviene del mayor acto de amor en Cristo crucificado, al saber que Aquel que vino como un bebé también crecería en nosotros. El Fruto del Espíritu de PAZ nos lleva a la más profunda sensación de plenitud, sabiendo que cuando estamos en la voluntad del Padre, permanecemos en su paz incluso cuando hay dificultades, porque recibimos fuerza. Cuanto más arraigados estemos en ser como Cristo, más profundos seremos en nuestros actos de bondad y caridad, que son marcas de nuestra identidad en Cristo. Propaguemos la ALEGRÍA del Adviento centrándonos más en lo que hacemos y no en lo que decimos, porque las acciones realmente hablan más que las palabras. ¡Que llegues a conocer más profundamente el Fruto del Espíritu Santo en paz!

Bendiciones de Adviento,

Padre Miguel

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